Me tomo un café con tu ausencia y le enciendo un cigarro a la nostalgia, le doy un beso en el cuello a tu espacio vacío. Me juego un ajedrez con tu historia y le acaricio la espalda a la memoria seduciendo al par de zapatos azules que olvidaste. Y charlo de política con tu cepillo de dientes, con visión tan analítica como cuando te arrepientes. Realmente no estoy tan solo, ¿quién te dijo que te fuiste? Si aún te encuentro cocinando algún recuerdo en la cocina o en la sombra que dibuja la cortina. Realmente no estoy tan solo, ¿quién te dijo que te fuiste? Si uno no está donde el cuerpo sino dónde más lo extrañan y aquí se te extraña tanto, tu sigues aquí, sin ti, conmigo; ¿quién está conmigo si ni siquiera estás tú? Platico con tus medias de seda y le preparo un croissant al recuerdo, mientras le rasco una rodilla a esta vida sin vida. Le canto una canción a la nada y me burlo de la melancolía, mientras le subo el cierre a la falda de las ganas. Sintiendo tantas cosas, realmente no estoy tan solo, sola tú que estás conmigo y no te fuiste contigo.
25 de enero de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario